domingo, 7 de octubre de 2007

verde rebelde

El espacio público es el alma de la ciudad, como para el ser su alma, ese espacio desconocido, sin peso ni forma, pero que todos sentimos como una presencia de sustancias y memorias muy propias, nuestro disco duro más íntimo e inalienable; así mismo funciona el espacio público para una ciudad, sólo que con una sutil diferencia que lo hace más grande e inviolable, que aquí se habla de memoria y sustancia colectiva, porque es el lugar donde los seres urbanos hacemos la vida posible y va desde un lugar físico, hasta el lugar del diálogo, porque público significa de todos, lo abierto, lo transparente. No aparece el público sin espacio y no hay espacio sin público, los dos se necesitan para emerger y dar forma a la ciudad tras el discurso que allí se produce. Por eso, cada uno es un trozo de ese espacio que, como el alma propia, no se entrega, no se vende, no se le deja ir, ya que son el aliento del ser y, por extensión, de la ciudad.

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